La luz de Julia

La Letra Incómoda

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En el Parque de la Fraternidad, donde la muchedumbre se renueva a cada instante, el rostro de Julia Bernabéu permanece toda la mañana. Viste de blanco su piel de noche y un marpacífico mustio le adorna los cabellos. Aguarda con paciencia el reclamo de su rayito de luz.

Desde hace treinta años, la mujer pulula con su mazo de cartas en las más céntricas plazas habaneras. De tanto ver, una fina aureola gris comienza a tragarle las pupilas. Aún así, ahora su vista está más fuerte, confiesa.

Sentada en un banco de madera —madera, como el Santo Grial—, Julia es la única cartomántica lejos del cobijo de la ceiba. Su estampa le basta para transmitir el misticismo: nació con el don, nació en Semana Santa…

Un muchacho se le acerca con cautela. Luce atolondrado. De no ser por un único detalle, pasaría inadvertido entre la multitud: en la cúspide de…

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